Cuando la cantidad
de placa bacteriana supragingival sobrepasa la capacidad de respuesta
defensiva de la encía, se producen cambios inflamatorios y
se forma la placa subgingival.
Los motivos por los que una gingivitis evoluciona (o no evoluciona)
hacia una periodontitis aún no están totalmente aclarados.
La gingivitis es reversible mediante una buena higiene oral y la remoción
profesional de la placa y el cálculo. La periodontitis suele
desarrollarse a partir de una gingivitis más o menos manifiesta
y es una alteración sólo parcialmente reversible.
La periodontitis es una patología producida
por una serie de bacterias que son la causa primera, sin ellas no
hay enfermedad. Sin embargo la existencia de bacterias patógenas
no siempre se correlaciona con la aparición y progresión
de la periodontitis. En el establecimiento y desarrollo de la enfermedad
se contemplan tres factores determinantes:
1. un huésped susceptible
2. la presencia de periodontopatógenos,
3. la ausencia de especies beneficiosas.
La susceptibilidad del huésped es parcialmente hereditaria
y se debe a una inadecuada o mal regulada respuesta inmunológica.
Podemos actuar evitando los factores externos que influyen en la susceptibilidad
como es el hábito de fumar. Los hábitos y la actitud
hacia el propio cuerpo, con respecto a la propia salud general y a
la salud oral en particular influyen en la formación de placa
y en la reacción inmunitaria del huésped. El esfuerzo
físico y el estrés influyen en el estado inmunitario.
El rol que desempeñan las especies beneficiosas en la instauración
y progresión de la enfermedad periodontal no está claro.
Puede ser que ocupen pasivamente un nicho que de otra forma estaría
ocupado por bacterias patógenas. Pueden limitar la capacidad
del patógeno para adherirse a las superficies de los tejidos,
o pueden afectar de forma negativa la vitalidad o el crecimiento de
un patógeno.
Los periodontopatógenos se encuentran en diversos
lugares de la cavidad oral además de en las bolsas periodontales.
Éstos pueden colonizar nichos intraorales como la lengua, las
amígdalas, la saliva y otras membranas mucosas. Estudios microbiológicos
apuntan la existencia de una transmisión intraoral. A pesar
de que no se sabe el vehículo que utilizan las bacterias para
el transporte intraoral, se supone que la saliva juega un papel importante,
ya que en ella sobreviven todas las especies.
Si la translocación se produce rápidamente, puede suceder
que una bolsa recién raspada y alisada sea recolonizada por
bacterias patógenas procedentes de otras bolsas no tratadas
o de otros nichos intraorales, antes de que un nuevo y menos patogénico
ecosistema se haya establecido.